Se dice que es imposible experimentar en las ciencias sociales. Empecemos aclarando que esto es falso: si no, pregúntenle a Kahneman, Thaler y demás behavioristas sobre sus experimentos de laboratorio, o a Esther Duflo, que de experimentos de campo algo sabe. Pero es cierto que, al menos por ahora, las posibilidades de experimentar en Economía, y en general en las disciplinas cuyo objeto de estudio sea el ser humano, son bastante limitadas por razones operativas, legales, éticas, etc. Sin embargo, hay veces en que "la Naturaleza" nos da una mano, generando lo que se conoce como cuasi-experimentos o, sin ir más lejos, experimentos naturales.
Esto fue lo que le ocurrió a mediados del siglo XIX al médico británico John Snow, quien, tras la epidemia de cólera de 1853-1854 en Londres, pretendía demostrar que dicha enfermedad se transmitía a través del agua contaminada, refutando la teoría miasmática y demás ideas infundadas que prevalecían en la época. Desde el punto de vista estrictamente científico, la manera de testear esta teoría es tomar un grupo grande de individuos, asignar de manera aleatoria (por ejemplo, tirando una moneda) un tratamiento (en este caso, tomar agua contaminada) y comparar los resultados (la tasa de mortalidad) entre el grupo tratado y el grupo control (el que no recibió tratamiento o, eventualmente, un placebo). ¿Por qué decimos que esta es la manera correcta de testear la teoría? Porque la asignación aleatoria del tratamiento asegura que las características tanto observables como no observables de ambos grupos estén igualmente distribuidas, y por lo tanto los grupos sean comparables estadísticamente. De más está decir que la idea de repartir aleatoriamente agua contaminada entre las personas es totalmente descabellada, por lo cual Snow debía buscar otro camino.
Al médico británico se le ocurrió una idea que haría caer la baba a los editores de los más prestigiosos journals actuales. En esa época, la distribución de agua estaba a cargo de dos empresas, la Southwark and Vauxhall y la Lambeth Company. Si bien ambas tomaban el agua del río Thames, la primera estaba ubicada río abajo, donde el agua estaba en contacto con las cloacas londinenses, mientras que la segunda, algunos años antes de la epidemia, se había mudado río arriba, alejada de la contaminación de la ciudad. Lo más interesante es que el hecho de que un hogar fuera proveído por una u otra empresa prácticamente replicaba las condiciones de un experimento controlado. En palabras del propio Snow:
A few houses are supplied by one Company and a few by the other, according to the decision of the owner or occupier at that time when the Water Companies were in active competition. In many cases a single house has a supply different from that on either side. Each company supplies both rich and poor, both large houses and small (...). As there is no difference whatever, either in the houses or the people receiving the supply of the two Water Companies, or in any of the physical conditions with which they are surrounded, it is obvious that no experiment could have been devised which would more thoroughly test the effect of water supply on the progress of cholera than this (...).
The experiment, too, was on the grandest scale. No fewer than three hundred thousand (!) people of both sexes, of every age and occupation, and of every rank and station, from gentlefolks down to the very poor, were divided into two groups without their choice and, in most cases, without their knowledge; one group being supplied with water containing the sewage of London, and, amongst it, whatever might come from the colera patients, the other group having water quite free from such impurity. To turn this grand experiment to account, all that was required was to learn the supply of water to each individual house where a fatal attack of colera might occur.
Más claro, echale agua. Con esta idea tan simple como inteligente, John Snow, 80 años antes de que Ronald Fisher formalizara los principios del diseño experimental, no solo se transformaba en el padre de la epidemiología sino que además, y sin darse cuenta, descubría (en 1855!) lo que los economistas llamaríamos varios años después el método de variables instrumentales. Pero eso ya sería tema de otro post.
Esto fue lo que le ocurrió a mediados del siglo XIX al médico británico John Snow, quien, tras la epidemia de cólera de 1853-1854 en Londres, pretendía demostrar que dicha enfermedad se transmitía a través del agua contaminada, refutando la teoría miasmática y demás ideas infundadas que prevalecían en la época. Desde el punto de vista estrictamente científico, la manera de testear esta teoría es tomar un grupo grande de individuos, asignar de manera aleatoria (por ejemplo, tirando una moneda) un tratamiento (en este caso, tomar agua contaminada) y comparar los resultados (la tasa de mortalidad) entre el grupo tratado y el grupo control (el que no recibió tratamiento o, eventualmente, un placebo). ¿Por qué decimos que esta es la manera correcta de testear la teoría? Porque la asignación aleatoria del tratamiento asegura que las características tanto observables como no observables de ambos grupos estén igualmente distribuidas, y por lo tanto los grupos sean comparables estadísticamente. De más está decir que la idea de repartir aleatoriamente agua contaminada entre las personas es totalmente descabellada, por lo cual Snow debía buscar otro camino.
Al médico británico se le ocurrió una idea que haría caer la baba a los editores de los más prestigiosos journals actuales. En esa época, la distribución de agua estaba a cargo de dos empresas, la Southwark and Vauxhall y la Lambeth Company. Si bien ambas tomaban el agua del río Thames, la primera estaba ubicada río abajo, donde el agua estaba en contacto con las cloacas londinenses, mientras que la segunda, algunos años antes de la epidemia, se había mudado río arriba, alejada de la contaminación de la ciudad. Lo más interesante es que el hecho de que un hogar fuera proveído por una u otra empresa prácticamente replicaba las condiciones de un experimento controlado. En palabras del propio Snow:
A few houses are supplied by one Company and a few by the other, according to the decision of the owner or occupier at that time when the Water Companies were in active competition. In many cases a single house has a supply different from that on either side. Each company supplies both rich and poor, both large houses and small (...). As there is no difference whatever, either in the houses or the people receiving the supply of the two Water Companies, or in any of the physical conditions with which they are surrounded, it is obvious that no experiment could have been devised which would more thoroughly test the effect of water supply on the progress of cholera than this (...).
The experiment, too, was on the grandest scale. No fewer than three hundred thousand (!) people of both sexes, of every age and occupation, and of every rank and station, from gentlefolks down to the very poor, were divided into two groups without their choice and, in most cases, without their knowledge; one group being supplied with water containing the sewage of London, and, amongst it, whatever might come from the colera patients, the other group having water quite free from such impurity. To turn this grand experiment to account, all that was required was to learn the supply of water to each individual house where a fatal attack of colera might occur.
Más claro, echale agua. Con esta idea tan simple como inteligente, John Snow, 80 años antes de que Ronald Fisher formalizara los principios del diseño experimental, no solo se transformaba en el padre de la epidemiología sino que además, y sin darse cuenta, descubría (en 1855!) lo que los economistas llamaríamos varios años después el método de variables instrumentales. Pero eso ya sería tema de otro post.
10 comentarios:
Che, muy largo el post!!
:P
Buenisimo lo de este tipo
Muy bueno, me gustó mucho. Qué groso el chabon!
Muy bueno, me gustó mucho. Qué groso el chabon!
Si, muy bueno. Abrazo!
Esperaba que traduzcas la parte en ingles con un comentario. Jaja. Muy bueno el post!
una pregunta, no entiendo que tiene que ver el experimento del tipo con variables instrumentales.
gracias!
Victor, me encanto el post. Que raro que no nos hayas contado esta historia antes!
Pregunta. Problemas de non compliance no tenes aca?
Abrazooo
Salvatore, lo pensé, pero me dio fiaca...
Anónimo, trato de ser breve: el tipo está usando una variable que indica si vos recibís agua de la Lambeth o no como instrumento para medir el impacto de tomar agua contaminada.
Si vos tuvieras un experimento controlado, podés ver el efecto del tratamiento simplemente haciendo una regresión de la probabilidad de morir de cólera contra una variable que indica si tomaste agua contaminada o no. Al no tener un experimento, la variable de tratamiento es endógena. Sin embargo, la variable "recibe agua de la empresa Lambeth" (o la SV) está claramente correlacionada con tomar agua contaminada, pero no puede estar correlacionada con otros factores porque su asignación fue prácticamente aleatoria (por lo cual cumple con los dos requisitos de una variable instrumental, relevancia y exogeneidad).
No sé si ahora se entiende mejor, perdón por la extensión.
Sinatra, no sé si entendí, cómo non-compliance? La gente tiene que tomar agua...y no creo que hubiera muchos casos de gente que se cambie de empresa proveedora. A qué te referís?
Saludos
Después de leer lo de Variables Instrumentales veo que el comentario que iba a hacer sobre un experimento de salud no es para nada análogo al de Juan Nieve pero lo cuento igual "porque me place" (con acento español).
Hace unos años el NIH sponsoreó dos tests sobre la relación entre el SIDA y la circuncisión, uno con 5000 hombres ugandeses, entre 15 y 49 años, y otro con 2784 hombres de entre 18 y 24 años de Kenia. La mitad de ellos se sometió voluntariamente a la circuncisión. Los monitorearon por 2 años hasta que suspendieron el experimento porque las evidencias eran tan claras acerca de que el bris limitaba el contagio que era poco ético seguir sin circuncidar a todos. La P() de infectarte con SIDA si no estabas circuncidado era hasta 3 veces mayor que si lo estabas. Qué me cuentan.
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