lunes, 26 de octubre de 2009

Economics of Dating II

Dado que la primera parte gustó, vamos a intentar decir algo más en esta segunda. Las segundas partes nunca fueron buenas, y esta no es la excepción. Pero como lo que importa es la decisión marginal, es evidente que es mejor publicar este post que dejar todo el lunes con el blog vacío. No hay con que darle, el análisis económico está en todas partes, incluso en mi decisión de postear.

Decíamos que el mercado de candidatos es uno donde hay muchos problemas de información asimétrica. Pero las asimetrías se agudizan todavía más si uno está en el mercado electrónico de candidatos. En la red es más fácil mantener las asimetrías informativas controlando la información que se envía "al mercado": los candidatos seleccionan que información mostrar y que información no mostrar. En cambio en las interacciones presenciales (no virtuales) es mucho más difícil ejercer tal selección. Cada gesto, cada palabra, cada mirada y cada segundo de interacción provee información. Como agarra el vaso, la sonrisa, si te mira cuando habla. Todo eso provee indicios sobre características del candidato, y es imposible controlar cada una de esas emisiones de información.

Lo primero que hay que preguntarse entonces es por qué existe el mercado electrónico siendo que es un mercado mucho más imperfecto que el presencial. Una respuesta tentativa: hay economías de escala, menores costos de transacción y menores costos de rechazo. Uno hace por primera y única vez un perfil en alguna página de búsqueda de parejas y de golpe uno es visible ante miles de candidatos que pueden ver tus fotos, tus intereses y coordinar una cita. Eso es economías de escala. Los menores costos de transacción simplemente apuntan a que uno puede conocer miles de personas en pantuflas desde la comodidad de la casa. Nada de ponerse perfume, maquillarse y todas esas cosas. Por costos de rechazo estoy haciendo referencia a que la desutilidad es mayor frente a un rechazo presencial que a uno virtual. Tiene sentido, y me parece sensata la hipótesis de que la gente que participa en el mercado virtual es en promedio más tímida que la que lo hace en el mercado presencial.

La respuesta tentativa puede convencer al incauto, pero explicar los potenciales beneficios no es suficiente para entender por qué existe este mercado: también tenemos que analizar cómo funciona siendo que existen mayores problemas informativos. Las citas online son simplemente una manera de conocer a alguien. Son un primer filtro para luego conocer a la persona presencialmente. Si el costo de elegir a alguien que luego resulta una decepción es nulo, entonces cualquier persona elegiría al candidato perfecto, por más inverosímil que sean la información y las fotos que publica. La asimetría informativa no jugaría ningún rol: siempre puedo chequear presencialmente al candidato sin costo alguno. O lo que es lo mismo, la información del perfil se vuelve irrelevante. Por el mismo costo nulo el candidato puede hacer citas con toda la guía telefónica y luego elegir!! Pero parece razonable pensar que es costoso llevarse una decepción, gastar tiempo chateando con alguien y arreglar un encuentro para luego encontrarse con un candidato de peor calidad a la esperada. Llamemos a todo ese costo como "costo de mismatch". Este costo vuelve relevante la información del perfil, y por ende a las asimetrías informativas.

La asimetría informativa extra que existe en el mercado online importa, pero de una manera diferente al mercado de cacharros de Akerlof. El mercado de autos usados colapsa porque en ausencia de garantías los compradores comparan valor esperado del auto con precio. El valor esperado es la suma de los valores posibles multiplicados por sus probabilidades. Aunque el vendedor sea honesto y pida un precio justo (igual al valor del auto), el comprador racionalmente evalúa que existe una probabilidad que le estén vendiendo gato por liebre, o un auto de valor bajo por uno de valor alto. En consecuencia el valor esperado es menor que el precio: el comprador no está dispuesto a pagar tanto por un auto que no está seguro sea bueno, el vendedor no va a malvender el auto. No hay transacción, y el mercado colapsa.

En el mercado online de candidatos la cosa es diferente. El objetivo último es encontrar el mejor candidato posible que nos desee. Uno puede embellecer el perfil con información favorable maximizando la probabilidad de pasar el filtro electrónico y concretar una cita presencial. Pero si la información provista es demasiado alejada de la realidad se reduce la probabilidad de tener una segunda cita o siquiera de concretar exitosamente la primera: a la gente no le gustan los mentirosos. Este trade-off entre probabilidades le pone una cota al problema informativo: ningún agente racional va a mentir demasiado. Para seguir la analogía con el mercado de Akerlof: la primera cita es sólo un test-drive. Por otra parte, todos saben que todos están embelleciendo sus perfiles un poco, y en consecuencia ajustan sus expectativas a la baja. Es algo parecido a la maldición del ganador en las licitaciones o derechos de explotación. Esto me parece que explica por qué contra toda expectativa inicial el mercado online funciona y no está plagado de candidatos malos que mienten alevosamente sobre su verdaderas características.

Por cierto, que además de los sitios tradicionales donde uno "busca" personas y revisa sus fotos, existen otros que directamente te resuelven el problema de matching, con algoritmos bastante complicados. Mucho no conozco, pero creo que son una rama diferente de citas online, con menor información asimétrica dado que alinea los incentivos: hay que responder un extenso cuestionario, y el programa te busca las personas más apropiadas según las respuestas que diste. Está en tu propio beneficio responder honestamente.

El tema de citas online da para mucho más, pero el post se me está quedando un poco largo. Recomiendo esta nota del NYT que miré por arriba.

7 comentarios:

Frank Pentangeli dijo...

Muy bueno.
En el mercado laboral pasa lo mismo, no te parece?

Ana C. dijo...

Buenísimo.

Iván dijo...

Creo que el mercado de citas online tiene sobre todo éxito entre grupos de personas que buscan cierto perfil específico (algo así como un mercado segmentado por X característica). P. ej.: entre los homosexuales u otras minorias las páginas de citas online tiene mucho éxito.
En el caso de los homosexuales creo que se debe a que el costo de "revelar su tipo" en público puede ser muy alto para algunos y eso lleva a muchos a acudir al anonimato cibernético para conseguir un match. En el caso de otras minorías por ahí la dispersión geográfica representa un costo muy alto que puede ser superado por internet.

Bernard L. Madoff dijo...

Muy buen post.

Si mal no recuerdo nuestros co-bloggers Victor y Carlito tenían un ejercicio de simulación en el que las chicas buscaban bares y los chicos buscaban chicas. Era así, muchachos? Por qué no nos cuentan un poco más?

Victor Lustig dijo...

Bernard, Salvatore también participó en ese ejercicio! Era algo parecido, pero de todas formas suena mucho más interesante de lo que es, no vale la pena...

Genial el post, Sam, como siempre.

Natalio Ruiz dijo...

Justo ayer William Easterly escribió Econometric methodology for human mating.

Saludos

Sam Rothstein dijo...

Iván, recién estaba pensando en tu ejemplo de las minorías y la hipótesis del éxito relativo respecto de otros grupos de población. Lo que me parece que pasa es que se incrementa la probabilidad de éxito: hay selection.

Si vos sos de una minoría y querés encontrar a otro de tu misma minoría (sexual, religiosa) en el mercado va a ser una aguja en un pajar. Por ejemplo, si sos gay y querés encontrar una pareja gay por la calle se te va a complicar. La probabilidad de encontrar a una persona con la que matchees es más baja simplemente porque la probabilidad de encontrar un gay por la calle es más baja. Si vas a un bar gay o vivís en un barrio gay la cosa es distinta. Mismo ejemplo se me ocurre para los judíos o musulmanes que recaen en páginas webs o espacios comunitarios. Pero igualmente uno tiene menos ámbitos presenciales donde conocerse en comparación a las mayorías que además de clubes y bares tienen el bondi, la universidad, etc.

Obviamente que el tema del match es relativo: la gente se adapta a lo que hay, hay papers que lo prueban empíricamente. Pero en el fondo no creo que sea un problema de "costo de salir del closet", sino de liquidez del mercado de candidatos. En un mercado ilíquido quizás tiene más sentido buscar nuevos canales de comercialización. Ser heterosexual (o católico) en Argentina es ser un commodity.

Fijate que el artículo del NYT habla de algo parecido a lo que digo acá: muchas personas no tienen donde conocer gente "encarable" en sus ámbitos normales. En el laburo hay temas de acoso sexual, la universidad quedó lejos en el tiempo. Los bares e internet son los únicos lugares.