La economía es una ciencia joven, es cierto, y el grado de aproximación a su objeto de estudio ni se compara con el caso de otras ciencias más maduras, como la física y la química. Sin embargo, en sus pocos años de existencia (¿234 desde Smith?) ha enunciado conceptos cuya belleza difícilmente podría encontrase en las previamente mencionadas. Me refiero a aquellos enunciados que en su simpleza esconden una universalidad sorprendente. En este post hablaremos del concepto de ventaja comparativa, pero también lo podríamos haber dedicado al Equilibrio de Nash o el Principio de la Revelación. Son enunciados bellos y potentes, porque simplifican la universalidad en un ámbito muy hostil para este tipo de ambiciones: el comportamiento humano.
La ventaja comparativa fue enunciada por David Ricardo en su obra Principios de Economía Política y Tributación, ¡en 1817! Es como el portugués, todo el mundo cree entenderlo hasta que le toca hablarlo, y deviene en papelón. Siempre me sorprendió la claridad de Ricardo, explicar un equilibrio general en prosa no es nada fácil, mucho menos formularlo en la mente sin ayuda de ecuaciones ¡y en 1817! Aquí un fragmento de su libro, donde brinda un ejemplo de una Inglaterra con ventaja comparativa en la producción de tela, que importa vino desde Portugal, relativamente eficiente en la producción de vino:
England may be so circumstanced, that to produce the cloth may require the labour of 100 men for one year; and if she attempted to make the wine, it might require the labour of 120 men for the same time. England would therefore find it her interest to import wine, and to purchase it by the exportation of cloth.To produce the wine in Portugal, might require only the labour of 80 men for one year, and to produce the cloth in the same country, might require the labour of 90 men for the same time. It would therefore be advantageous for her to export wine in exchange for cloth. This exchange might even take place, notwithstanding that the commodity imported by Portugal could be produced there with less labour than in England. Though she could make the cloth with the labour of 90 men, she would import it from a country where it required the labour of 100 men to produce it, because it would be advantageous to her rather to employ her capital in the production of wine, for which she would obtain more cloth from England, than she could produce by diverting a portion of her capital from the cultivation of vines to the manufacture of cloth.
En negrita está la habitual confusión entre ventaja absoluta y ventaja comparativa. Un país puede ser más ineficiente en todos los sectores (ejemplo, Arg VS EEUU) pero en algún sector tiene que tener una ventaja comparativa. No les voy a decir en cuál, así tanto kirchneristas como ruralistas siguen visitando el blog.
Nota: En rigor, en este ejemplo Ricardo no cerró el modelo. Faltan las preferencias que determinan el precio relativo de equilibrio. Ricardo supuso que era igual a 1, de manera que el comercio es mutuamente ventajoso. Busquen las preferencias que quieran que sean acordes con este precio de equilibrio.
7 comentarios:
Me quedan 18 posts. Gracias a todos por responder al pedido de Frank en el post previo.
esa bernard!
Pero estoy seguro de que no va a quedar en 19!
que sean muchos mas
frank
Muy bueno. Yo confieso que entendi ventaja comparativa con el clasico ejemplo del abogado y la secretaria.
El abogado puede que tipee mas rapido que la secretaria, pero su tiempo le rinde mas como abogado que como mecanografo.
Muy buen post Bernard!!!
Comparto tremendamente el resaltar la capacidad que tuvieron algunos en realizar enunciados "generales" en una ciencia tan cambiante (tanto en tiempo y lugar) como es la economía.
Muy bueno. Me alegra que la campaña "un comentario = un post de Bernard" esté funcionando!
David Ricardo for dummies
Lo más bello de la ventaja comparativa, a mi parecer, no es la compraración con la ventaja absoluta, y las ganancias de efectividad derivadas de producir los bienes en los que un país la posee, sino la inevitabilidad de los precios se acomoden de forma que que efectivamente los países terminen produciendo aquello en lo que son relativamente más eficientes.
Es decir, me atrae más su faceta de equilibrio, de fuerza hacia ahí (al estilo de la ley de igualación de las tasas de ganancia) que su valoración positiva en términos de eficiencia.
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