lunes, 5 de julio de 2010

El gusto que futboliza a la gente


Yo estoy como a la mañana cuando te despertás de un sueño que se te estaba yendo de las manos. Soñabas con vacas voladoras y de golpe las vacas se te empiezan a caer encima. Abrís los ojos y a la que tenés encima es a tu vieja zamarreándote para que vayas al colegio.

Ok, ma, es verdad, no merecíamos ganar el mundial. Pero lo estaba soñando, y es casi lo mismo (por eso tanta gente recibiendo a la selección, ma, ya me estoy levantando).

Mística y audacia era muy poca cosa para que el azar nos pudiera tener en cuenta (ya me lavé los dientes).

Es una lástima que ahora queden solo dos caminos para seguir con Maradona: destrozarlo sin razón o idolatrarlo sin razón (ya me tomé el café con leche).

Estaba dentro de los planes que Diego no podía ganarle tácticamente un partido a un equipo de primer nivel, siendo que nosotros jugábamos a otra cosa y esa otra cosa bien se podría llamar maradonearla (ya leí los chistes de la contratapa del clarín, no me encantan pero son fáciles de leer).

Ni siquiera tenemos los mejores jugadores del Mundo, un ranking por demás arbitrario que en su cúspide podría repartirse entre Messi, Forlán, Drogbá o Kaká, dependiendo de como venga la mano, y para abajo medio aleatoriamente acomadarse con otros 40 o 50 tipos de los cuales no más de 3 o 4 tienen pasaporte argentino (ya me estoy ajustando el corbatín).

Lo bueno del ciclo Maradona es que fue lo que queríamos. El fútbol que nos gusta, es decir, el de los fuera de serie, los milagrosos, los nombres propios. Porque admiramos más a los cracks que a los buenos equipos (y sí, noi visto Maradona). Y Maradona puso a los que más nos gustan y ahora los puteamos por no ser lo que queríamos que fueran. Como si no venir de otro planeta fuera algo reprochable en sí mismo. "Messi no hiciste el gol de Diego en el 86, sos un trucho y antipatria" (ya miré la temperatura en el noticiero de la mañana).

Tampoco recuerdo cuando fue que nos creímos que éramos una especie de Brasil mas pequeño, que podía igual jugar de igual a igual con cualquiera e incluso no achicarse con Brasil. Ni Bilardo con Maradona hacía eso y eso que Bilardo tenía a Maradona (ya metí los cuadernos y la cartuchera de River en la mochila).

Además, mi vieja ya me firmó el cuaderno de comunicaciones. Puros garabatos de la Srta Merkel. La gorda me espera con la tiza blanca para disciplinarme el cerebro, llenarme de métodos y técnicas aburridas para solucionar problemas abstractos, con la supuesta posibilidad de ser utilizados más adelante en mi vida cotidiana. Un embole.

Menos mal que en el recreo voy a poder cambiar la figurita de Higuaín por la de Klose y llenar el álbum. En mi colegio esas las cambiás fácil.

4 comentarios:

Roland Deschain dijo...

buenísimo, la argentinidad al palo

Madoff dijo...

Muy bueno Rodya. Fue bueno mientras duró...

H dijo...

Pestalozzi? Göethe? Cangallo Schul? Si no, no entendí el último párrafo.

Sam Rothstein dijo...

buenisimo rodya, buenisimo