Buscar laburo nunca es fácil. Es un proceso complicado donde ambas partes (el oferente y el demandante) se buscan, se miden, se esconden. Uno intenta conseguir el mejor trabajo posible -dentro del universo de trabajos posibles-, y la empresa busca al empleado más apto. Es como un "Yo me quiero casar, y ud?" de la vida corporativa, con matrimonios creciendo al ritmo de rotación del personal. En el mercado laboral, como en el afectivo, lo que prima es la información asimétrica. E Internet es una gran máquina que pone a nuestra disposición cantidades industriales de información que ayudan en reducir en parte la información asimétrica.
La educación sirve para dotarnos de skills que nos vuelven más productivos. Pero todo el que haya pasado por la Universidad sabe que usualmente los skills profesionales correlacionan poco con los contenidos aprendidos durante la carrera. Más aún en EEUU donde la gente tiene un major en Political Science, un minor en History, y termina trabajando como analista financiero en Goldman Sachs.
Michael Spence nos cuenta la racionalidad detrás de esto: la educación sirve para señalizar tu habilidad innata. Lograr un título de grado es díficil, y para hacerlo hay que ser responsable, estable, constante. Hay que saber aprender, leer un reporte de 100 paginas y resumirlo en 5 paginas para comentarlo en 10 minutos frente a tu jefe. 100 páginas de lo que sea: desde la ley de quiebras en Lituania hasta las perspectivas políticas en Tailandia, pasando por la salud del sistema financiero español.
En parte, de eso -de reducir la información asimétrica- se tratan las redes sociales como
LinkedIn. Uno se muestra allí, pero también muestra sus contactos. Los contactos sirven para reducir la información asimétrica porque, al igual que en el futbol, los buenos eligen a los buenos. Imaginemos por un momento que Messi te tiene en la lista de gente a llamar para los picaditos de los Miercoles. Quizás seas de madera y te llame por caridad, pero la señal que emana de pertenecer a tan selecto grupo es ciertamente positiva. Además de este canal indirecto -tu grupo de pertenencia- de reducir la información asimétrica, está el canal más directo: uno puede ver los grados de separación con un individuo y así pedir referencias a gente que uno sí conoce personalmente.
Pero no hace falta irse a LinkedIn para ver el potencial de las redes sociales. Más acá, en la
BEA muchos jóvenes economistas (aún sin saberlo) destilan párrafos de ideas, prosa, estadísticas y analisis económico que en última instancia sirven para señalizar -lo quieran o no- su nivel de habilidades. Un ejemplo por todos conocidos:
Luciano Cohan. Su CV no se destaca del resto: fue un egresado más en una universidad que
no sabe señalizar a sus estudiantes. Sin embargo con su blog pudo mostrar a fuerza de horas culo-silla bajando estadísticas, armando gráficos a tres colores y discutiendo de economía que era distinto, que entendía más de economía argentina que muchos otros que también comparten con él el título de Lic. en Economía. Gracias a eso consiguió un lindo puesto en Analytica y colaborar con ELY, uno de los futuros presidentes del BCRA.
Si el objetivo fuera únicamente producir una señal, la BEA es un camino bastante ineficiente (hay otros más fáciles y efectivos). Pero todos sabemos que la BEA se trata principalmente de liberar pasiones creativas, divertirse un rato y conocer gente interesante para comer asados. Bueno, y tal vez un poco de militancia... pero en la BEA no hay tantos partidismos.